

Hablar de créditos hipotecarios en Argentina siempre fue una montaña rusa. Hubo épocas donde se convirtieron en una herramienta real para la clase media, y otras donde directamente desaparecieron del mapa. En las últimas semanas, la película tomó un giro oscuro: tasas incrementándose significativamente, requisitos cada vez más difíciles de reunir, líneas suspendidas y un clima financiero con un dólar inestable que desalienta cualquier apuesta a largo plazo.
Lo que estamos viendo no es un simple ajuste, sino un freno casi total. El crédito hipotecario, tal como lo conocíamos, prácticamente dejó de existir, una vez más..
El golpe de las tasas
El punto de partida es el más obvio: la tasa de interés. En varios bancos privados ya supera el 15% anual. Puede sonar baja si la comparamos con la inflación crónica argentina, pero aplicada a un crédito hipotecario en pesos se vuelve directamente impagable.
A esto se suma que prácticamente todos los préstamos de este ciclo están nominados en UVAs, una unidad que se ajusta a diario con la inflación. En la práctica, el tomador enfrenta una doble presión: una tasa alta y una indexación constante que convierte cada cuota en una carrera difícil de ganar.
El punto de partida es el más obvio: la tasa de interés. En varios bancos privados ya supera el 15% anual. Puede sonar un número bajo para los argentinos que estos últimos años nos acostumbramos a escuchar hablar de tasas de interés de más del 50% pero hay que tener en cuenta que estas tasas son reales. Es decir como los créditos son en UVA el valor de la cuota sube a un ritmo de inflación + 15%. En la práctica, el tomador enfrenta una doble presión: una tasa alta y una indexación constante que de dispararse la inflación puede convertir las cuotas en una carrera difícil de ganar.
El endurecimiento del scoring
A las tasas se les suma otra barrera: el scoring crediticio. El Banco Nación pasó de pedir un puntaje mínimo de 450 a exigir 909. Eso deja afuera a casi toda la clase media, porque alcanzar ese nivel requiere un historial de ingresos y consumo casi perfecto.
El endurecimiento no es casualidad: refleja un sistema bancario que se blinda frente al riesgo de impago en un contexto de recesión, inflación persistente y salarios rezagados. Esta misma dinámica se extiende a casi todos los productos financieros. Dicho de otro modo, los bancos están reconociendo sin decirlo que no están dispuestos a prestar pesos a tan largo plazo en un país con condiciones tan cambiantes a largo plazo.
La pausa de los bancos
Mientras tanto, dos actores importantes como Banco Ciudad y Banco del Chubut directamente suspendieron sus líneas hipotecarias para “revisar productos”. La frase suena burocrática, pero lo que esconde es bastante claro: falta de liquidez a largo plazo y miedo a la volatilidad del dólar.
Los bancos no están dispuestos a comprometerse con créditos que vencen en 20 o 30 años cuando el horizonte cambiario se acorta a semanas y el gobierno pone el incentivo de tasa en productos cortos con las licitaciones primarias.
¿Qué significa esto para la clase media?
Lo que hace unas décadas era un mecanismo clásico de movilidad social —sacar un crédito hipotecario, pagar durante 20 años y terminar con la casa propia— está totalmente roto. Hoy, la clase media argentina no solo no puede financiar vivienda, sino que ni siquiera puede calificar para intentarlo.
El mensaje que transmite el sistema financiero es claro: “no hay crédito para vos”. Y esto no se soluciona con un recorte cosmético de tasas o con una línea promocional aislada. El problema es estructural.
El trasfondo: desconfianza y fragilidad
Lo que se observa detrás es una combinación de desconfianza y fragilidad. El mercado carece de liquidez en pesos; frente a esto, los bancos priorizan productos de corto plazo para capear la volatilidad, mientras los modelos de scoring endurecen requisitos pensando en un mediano plazo lleno de riesgos.
Conclusión: el fin de una era
En estas semanas se consolidó lo que muchos intuían: los créditos hipotecarios dejaron de existir como herramienta real para la clase media argentina. El problema no es coyuntural, sino estructural.
Para evitar que los ciclos hipotecarios sigan siendo episodios breves y oportunistas, Argentina necesita una profundización del mercado de capitales, que permita transferir parte del riesgo a inversores privados y no deje toda la carga en los bancos. Hasta que eso no esté armado —como ocurre en países con sistemas financieros maduros— seguiremos viendo ventanas esporádicas de crédito hipotecario, impulsadas más por expectativas que por fundamentos sólidos.

![Novedades sobre Blanqueo de Capitales [2024]](https://cdn.prod.website-files.com/629e3ecebc9ee17e1dd6e85f/66aa98b3a14818ef37e48694_afip-2.jpg)

